El arquitecto francés proyectó el Pabellón Argentino para la Exposición Internacional de París en 1889, donde Francia celebró el Centenario de la Toma de la Bastilla y presentó oficialmente la estructura metálica que representa simbólicamente al país galo, la magnífica Torre Eiffel.
Fue realizado en acero y vidrio con grandes esculturas de bronce, desarmable, para poder ser reubicado en su país de origen y que luego del evento fuera trasladado a Buenos Aires y armado en la Plaza San Martín, para posteriormente cumplír funciones como Museo de Bellas Artes.
Luego de años de prestar servicios, en 1933 fue desmantelado y enterrado en un baldío y en una inexplicable decisión de la Municipalidad, su estructura fue ofrecida como chatarra.
Punto final para una obra única que no supimos conservar.
Esta obra desconocida de Albert Ballú (1849-1939), egresado de la École das Beaux Arts, no está contemplada en ninguna publicación sobre arquitectura, ni en registros oficiales o ediciones dedicadas a la historia de la ciudad y fue relevada por el Museólogo Pablo Chiesa.
Está fechada en París en 1889, mismo año que el Pabellón Argentino, lo que habla que la viuda de Alvear, Teodelina Fernandez Coronel, frecuente habitué de esa ciudad todos los años, haya tomado contacto con el arquitecto Ballú para encargarle la bóveda familiar.
Fue diseñada en su estudio parisino, con materiales del país y trasladada a la Argentina para su colocación.
El constructor fue Riffaud, lo que no podemos asegurar es que haya viajado para dirigir las obras o se contempló la posibilidad de contratar arquitectos locales para esa tarea, lo que sería más probable.
La bóveda
Al ser una obra realizada con cuatro frentes sobre planta cuadrada, una pequeña plataforma ensancha su límite perimetral, lo que significa no tener adosada ninguna otra construcción lindera, puede ser vista por sus lados aunque el reducido espacio entre sus calles no permite admirarse desde más lejos, lo que hubiese sido ideal tratándose de una construcción de gran volumetría.
Su fachada principal es la más sobrecargada referente a lo ornamental, perfectamente simétrica, con un cuerpo medio saledizo, un zócalo elevado, dos columnas de orden compuesto de fuste acanalado con capitel corintio, un tramo desde su basa está adornado con guirnaldas. flores y cintas, sobre éstas un ancho entablamento donde el friso ostenta el nombre del patriarca de la familia, un cornisamiento con modillones y el frontis triangular con una cruz en su centro.
Remata un pequeño muro circunferencial liso, sin aberturas, con pilastras cortas adosadas a sus esquinas, pináculos grandes y en sus partes medias dos de menores dimensiones.
La puerta de entrada es de hierro y vidrio a la cual se accede por dos peldaños de mármol, sobre su dintel un arco de medio punto con escudo con las letras "D y A " entrelazadas y ramos con flores.
En sus laterales dos hornacinas cobijan esculturas.
A la derecha, una niña de pelo largo, desnuda, con una túnica que la cubre y un ramillete de flores entre sus brazos, con su cabeza hacia a un costado con signos de congoja y tristeza.
En la izquierda, otra niña con las mismas características, pero con sus manos juntas hacia un lado en señal de rezo y sus ojos mirando al cielo. Desgraciadamente esta escultura se encuentra en muy mal estado ya que está quebrada y desencajada en su mitad.
Estan flanqueadas por las columnas salientes de la entrada y pilastras jónicas adosadas al muro. Ambas esculturas tienen la firma casi imperceptible de "J.Hugues" (Dominique Jean Baptiste Hugues 1849-1930), artista que también trabajó con Ballú en el Pabellón Argentino antes comentado y que realizara algunas esculturas interiores y de las cuales probablemente nunca sepamos su destino.
Sobre las hornacinas que contienen las esculturas se encuentra una corona mortuoria atravesada por una antorcha encendida con su llama flameante dentro de un marco ornamental.
La firma de Albert Ballú la hallamos entre el zócalo y la base de la columna izquierda y bastante legible a pesar del tiempo transcurrido.Textualmente dice: "Ballu arch. Riffaud constor, París 1889".
Los frentes laterales de la bóveda si bien mantienen la misma distribución de su fachada principal, están ornamentados en menor medida.
La corona mortuoria ya sin antorchas, pilastras lisas y una ventana con arco de medio punto de posición fija y movible que ostenta un vistoso vitreaux. Su contrafrente es ciego, carece por completo de ornatos, salvo por las pilastras divisorias.
Corona esta magnífica construcción una gran cúpula circular en el centro con tres guardas circunferenciales y en su remate un tragaluz con estructura de hierro y vidrio.
Interior
De planta elevada, debido a sus dos peldaños por los cuales se accede a su puerta de entrada, se encuentra un descanso de madera donde se bifurcan hacia ambos laterales los sectores que actúan como balcones de herrería artística ubicándose los vitreaux y las escaleras de dos tramos que llevan al subsuelo.
En la pared contrafrente a la entrada encontramos un grupo escultórico de gran porte donde el busto de Diego de Alvear, ya mayor, esta sobre un pedestal ornamentado y alrededor cuatro mujeres de cuerpo entero vestidas con túnicas que probablemente sean algunas de sus hijas mayores.
Esta firmado en París en 1899 por "J.Roulleau" (Jules P. Roulleau), afamado escultor que proyectó la monumental estatua ecuestre de Juana de Arco en combate contra los ingleses.
Sobre este grupo, adosado al muro y en relieve, los torsos de tres figuras distribuídas de forma triangular enmarcadas en óvalos.
El superior de mayor tamaño podría referirse a su madre, Doña Maria del Carmen Saenz de la Quintanilla (1793-1867), y los dos menores a algunos de sus hermanos, probablemente Urbelino y Emilio, fallecidos con anterioridad, aunque Emilio no está sepultado aquí sino en la bóveda de los Fernández junto a su esposa Delia.
Está ornamentado con pilastras lisas y escudos en los vértices de sus paredes que contienen la letra "A". Desde la cúpula un lucernario circular con vitreaux de varios colores permite la iluminación natural que llega desde el tragaluz.
En el sector referente al subsuelo encontramos un altar y sobre las paredes se ubican los nichos en fila de cuatro.
La gran mayoría de la familia de Diego de Alvear y sus descendientes más directos se encuentran aquí.
Placas exteriores
Las placas adosadas a los muros laterales de la bóveda son alusivas a algunos de los miembros que tuvieron actuación más destacada dentro de importantes y fuertes instituciones.
Una de ellas esta dedicada al jefe de la familia, el Dr.Diego de Alvear que el pueblo de Teodelina, al sur de la Provincia de Santa Fé, lo homenajea en el centenario de su fundación 1875-1975.
Teodelina Frenandez Coronel de Alvear es recordada por la Sociedad de San José, de quién fuera su insigne presidenta, fallecida en París en 1909.
Dos placas hacen alusión a su hija, Teodelina de Alvear de Lezica, esposa de Ricardo Lezica Thompson, nieto de los célebres Mariquita Sánchez y Martín Thompson, que tanto el Patronato de la Infancia y la Comisión y Control de las Damas Protectoras del Obrero, dedican a su presidenta en el año de su fallecimiento, 24-10-1928.
Otra homenajea al Dr.Francisco Uriburu, esposo de Teodelina Lezica Alvear, periodista, ministro y legislador. Es obsequiado por el Partido Demócrata Nacional el 9 de Julio de 1940.
Una placa enorme pertenece a Pedro Christophersen (1845-1930), quién fuera noruego de nacimiento, diplomático y naviero. Casado con Carmen de Alvear fundarían también un pueblo al sur de Santa Fé, llamado "Christophersen". Distintos organismos e instituciones a las que perteneció lo recuerdan en el centenario de su nacimiento.
Su sobrino fue uno de los grandes profesionales de la arquitectura, el genial arquitecto Alejandro Christophersen.
Cuatro placas de diferentes tamaños recuerdan al matrimonio conformado por Elisa de Alvear y Ernesto Bosch, respectivamente la Sociedad de Beneficencia y la Sociedad de San José a su presidenta y la Institución Mitre, y nuevamente la Sociedad de San José a su benefactor.
Por último una que recuerda a Elvira de Alvear, hija de Carlos Torcuato de Alvear, Intendente de Buenos Aires en 1906/07, y que es un homenaje que le hace su amigo el escritor Jorge Luis Borges, que la inmortaliza en este poema.
En una de las pilastras y sobre el muro hay signos de haber existido por lo menos tres placas más que pudieron ser retiradas o robadas, tampoco podemos saber a quienes estaban destinadas.
Esto ya pasa a formar parte de los miles de misterios indecifrables que se cuentan en esta antigua y fascinante necrópolis.
Diego Estanislao de Alvear (1825-1887)
Fue el quinto hijo del General Carlos Antonio Gabino del Santo Alvear Balbastro (1789-1852) y Maria del Carmen Saenz de la Quintanilla Camacho (1793-1867), realizó sus primeros estudios en el Colegio del Salvador de Buenos Aires para luego trasladarse a Estados Unidos a estudiar medicina.
Allí vivió con su padre y dos de sus hermanos, regresando al país luego de tres años convertido en médico donde empezó a ejercer su profesión.
Frecuentó los círculos constituídos por las familias de la aristocracia argentina que rodeaban al General Don Juan Manuel de Rosas.
"Su apellido, su elegancia, su talento, tan Alvear, lo hacían el niño mimado de los salones". (1)
En esos ambientes federales es donde conoció a Teodelina Fernandez Coronel, hija de Juan Nepomuceno Fernandez y Josefa Coronel, una poderosa y acaudalada familia.
Se casaron el 7 de Septiembre de 1849 que representó todo un acontecimiento social para la época, siendo testigo del casamiento la hija del Restaurador, Manuelita Rosas.
Rápidamente vendrían los hijos, los que en años posteriores se unirían en matrimonio a hombres y mujeres de las más distinguidas familias y lograrían un protagonismo absoluto dentro de la elite porteña.
Diego de Alvear llegó a simpatizar con el Gobernador de Buenos Aires, pero la hora de Caseros estaba cerca y el clima que se vivía era de exaltación permanente debido a los a los homenajes y agasajos que se le prodigaban a Rosas y su hija, pero Alvear decidió alejarse ya que no aceptaba las condiciones obligatorias y autoritarias que imponía el Gobernador y decide junto a otros profesionales fugar a Colonia. En realidad días antes de Caseros encabezó una revolución en contra del Restaurador que fue descubierta, obligándolo a huir de Buenos Aires, ya que algunos de los conspiradores que con él actuaron habían sido apresados y fusilados.
Alvear se une al ejército del General Urquiza y participa en la Batalla de Caseros que puso punto final al régimen rosista. Con los ánimos calmados y dando vítores al vencedor no pasaría mucho tiempo para el regreso de los desterrados y los que se proclamaban partidarios y enemigos de Urquiza.
Alvear, colaborador entusiasta del General llamaba a lograr un clima de convivencia, paz y progreso para alcanzar un adelanto institucional y reanudar el diálogo perdido con los extranjeros en la época de Rosas. Haciéndose eco de sus ideas y fiel a su estilo decide crear un centro de reunión social político para los caballeros más respetables. Logró llevarlo a la práctica redactando el reglamento de lo que habría de ser el aristocrático "Club del Progreso", del cual sería su primer presidente.
A partir de 1863 comienza las gestiones para adquirír tierras fiscales de grandes extensiones en las zonas más fértiles del país, aunque todavía expuestas a los temibles malones. Al sur de la provincia de Santa Fé fundó el 19 de Octubre de 1874, la Colonia "Teodelina" y años después el pequeño pueblo de "Diego de Alvear".
La presidencia de Sarmiento llegaba a su fín y con ella surgía la figura de un joven abogado, a la sazón su ministro, el Dr.Nicolás Avellaneda, Alvear no dudó en apoyarlo y destinar parte de su foruna personal para crear un partido del que habría de ser conocido como "La Unión", posteriormente "La Unión Argentina", que destinó a la proclamación de la candidatura de Avellaneda por todo el interior del país y lógicamente en Buenos Aires, adhesión compartida por el entonces Coronel Julio A.Roca y el mismo Sarmiento que hizo todo lo posible para dejarle libre el camino a su sucesor.
Avellaneda en ejercicio de la Presidencia de la República nombra a Alvear, Ministro Plenipotenciario lo que originó la oposición de sus adversarios políticos. A pesar de todo Alvear comenzó en Roma sus relaciones diplomáticas y tiempo después con la campania de desprestigio iniciada por la prensa inglesa hacia el país, por el seriamente comprometido "crédito argentino", debió sortear, gracias a su hábil cintura política, los escollos del caso que tardarían tiempo en resolverse.
La relación de amistad entre ellos fue muy fuerte y hasta el final de sus días, a tal punto que las tertulias organizadas en la residencia de Avellaneda congregaba a casi toda la familia Alvear.
El Ministro de Guerra y Marina, el ahora General Julio Argentino Roca, héroe discutido de la lucha contra el indio en la Campaña al Desierto, era el más firme candidato para suceder a Avellaneda, ya que éste junto con Alvear habían apoyado su candidatura presidencial en 1874.
Diego de Alvear y sus hermanos, Torcuato y Emilio, prontamente adhirieron a la causa roquista dándole el impulso de las reuniones que se efecuaban en sus distintas residencias, que a partir de 1879, comenzó a tomar cuerpo el tema de la candidatura.
El final del mandato de Avellaneda se vió perjudicado por la Federalización de Buenos Aires por su poco resolutivo temple para afrontar las vicisitudes que dejarían cientos de muertos.
La fórmula Roca-Madero triunfa en los comisios electorales del 15 de Junio de 1880. El nuevo gobierno fue agasajado en la residencia de Diego de Alvear el histórico 15 de Septiembre, bajo un fuerte temporal en el barrio de La Merced donde residían las familias más aristocráticas.
Durante la primera magistratura del Gral.Roca, Alvear logra mediante los comicios alcanzar una banca en el Senado que culmina en 1883, siendo reelecto por un segundo período.
Las fastuosas tertulias eran moneda corriente en su casona del bajo, pero lentamente iba aplacando su vida social cuando una enfermedad comenzó a manifestarse. Su mujer Teodelina Fernandez Coronel fue una buena filántropa que contribuyó con donativos a obras de caridad, así atendió a los más necesitados; el Patronato de la Infancia, el Asilo de Mendigos, el Colegio Parroquial de La Merced, el Asilo San Vicente de Paul en Villa Devoto, el óbolo de San Pedro en el Socorro, la Santa Casa de Ejercicios, el Hospital de Mar del Plata, la Sociedad de San José y un sinfín de obras de bien público.
Sus hijos e hijas también contribuyeron a la causa benéfica, Teodelina de Alvear, casada con Ricardo Lezica Thompson, Carlos Juan Maria de Alvear y Mercedes Elortondo, Carmen de Avear con Pedro Christophersen, Delia Carmen de Alvear, Josefina de Alvear, en primeras nupcias con Gregorio M. Rodriguez y luego del fallecimiento de éste con Matías Errazuriz, Diego de Alvear y Susana Quintana y posteriormente a su viudez con Mariana Cambacéres y Elisa de Alvear y Ernesto Bosch.
En 1886 Diego de Alvear con su ya precario estado de salud presentó la renuncia su cargo y declinó sus actividades generales y la atención de sus negocios.
Murió en su mansión de San Fernando el 13 de Diciembre de 1887 de una hemorragia cerebral.
Fue trasladado a la capital y depositado en el Cementerio de la Recoleta, que fue seguido por un cortejo de más de cuatrocientos carruajes.
Menos de dos años después se construyó la bóveda familiar.
(1) Lucio V.Mansilla
Mis memorias, infancia, adolescencia.
París-1904-
Datos extraídos de:
Pedro Fernandez Lalanne
Los Alvear
Emecé Editores-1980-
Excelente información y muy documentada. Muchas gracias.
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